lunes, 16 de diciembre de 2013

Criterio 3. Una Geopolítica latinoamericana debería establecer cuál es la polémica central de nuestro tiempo

La polémica central de nuestro tiempo es la misma de hace 500 años. ¿A quién pertenecen los recursos y quién los administra y cómo? En Criterio 2 ya vimos que los recursos (que tienden a ser escasos) se definen como objetos cuya función y realización es la satisfacción de las necesidades humanas (que tienden a ser infinitas); si bien no es una definición universal porque para algunas culturas los animales, las plantas, el agua y el aire no son objetos; mientras que para otras, las personas pueden llegar a ser recursos y entenderse como objetos.

La Geopolítica no estudia el poder desnudo, sino en función de cómo es interpretado por el Derecho internacional

En 1492 (es más exacto decir a partir de abril de 1493, cuando Colón es recibido por los Reyes Católicos), no el descubrimiento de América (que es algo que Colón nunca propuso), sino el descubrimiento de la ruta hacia las Indias por el oeste (que hasta ese momento era una hipótesis de origen greco-romano, no verificada en la casi unanimidad del ''Viejo Mundo''), plantea, no un problema colonial (porque nadie pensaba en ese momento en colonizar las Indias, es decir, China, Japón, la India, Malasia, Indonesia o Australia), sino un problema de Derecho internacional.

Ese problema de Derecho internacional se planteó entonces igual que ahora: si en las Indias (hoy América Latina) hay recursos que son de los indios, pero además (no de forma excluyente), son patrimonio común de la humanidad, entonces, ¿a quién pertenecen y quién los administra? 

Por ejemplo, si el agua dulce y potable es un recurso escaso y vital en todo el mundo, salvo en América Latina que lo posee con exceso, entonces, ¿habrá que dejar que el resto de la humanidad se muera de sed? (El agua dulce en general es un recurso escaso y no renovable. El agua dulce subterránea de América Latina es un caso excepcional de recurso abundante y renovable). Lo que se dice del agua dulce en América Latina se podría decir de otros recursos. Este tipo de asuntos ya se discutían en la Universidad de Salamanca en el siglo XVI. No los mismos asuntos pero sí el mismo tipo de asuntos.


Pero el problema de los recursos no se puede plantear haciendo abstracción de las personas y de los pueblos. Esto también era tema de discusión en la Universidad de Salamanca y en el siglo XVI. Si ese es el problema con los recursos ¿qué pasa con las personas? En el siglo XVI, la respuesta que se dio fue: los indios son personas, los indios tienen todos los derechos que se le reconocen a las personas; sus derechos de propiedad no caducan; los derechos de sus soberanos no caducan. Los no indios tienen a su vez derechos; tienen derecho a comerciar libremente, a emigrar, a difundir sus ideas en América, a fijar residencia en América; no se les puede impedir el acceso a ciertos bienes comunes, que son vitales; siempre y cuando no provoquen daño a terceros, siempre y cuando no perjudiquen a los indios. No tienen derecho a saquear los recursos de los indios.

Esta respuesta contenía en sí misma todo un programa. ¿Quién se haría cargo del programa? En el siglo XVI, la primera respuesta fue: ''la Corona española''. A esta respuesta la apoyaron las élites indígenas que se sumaron al pacto monárquico, la apoyaron las élites europeas hasta que se produjo el cisma protestante, la apoyó Inglaterra cuando firmó tratados en 1499 con España. El fundamento de la respuesta era, a su vez, un pacto entre el Papa y la monarquía castellana por el cual esta última se obligaba a evangelizar las Indias en ciertas condiciones que no podían ser las de una conquista. La Corona española garantizaba el cumplimiento de dicho programa a través de sus funcionarios en España y en Indias.

http://hispanoamericaunida.com/2013/12/01/el-principio-de-justicia-en-el-derecho-indohispano-2/


Antes, durante y después del cisma protestante, y cuando además, ya empezaba a resultar evidente que las Indias ''descubiertas'' no eran las Indias asiáticas, sino unas Indias americanas, la actitud de las élites europeas cambia. Empiezan a proponer otra cosa: que si los recursos de América son patrimonio común de la humanidad, entonces la propiedad y administración de esos recursos debería ''repartirse'' (entre los Reinos europeos, claro). Estos países no pudieron desmembrar América pero se aseguraron en los siglos XVII y XVIII amplias porciones de territorio en los que impusieron relaciones coloniales a través de dos instrumentos que conviene tener presente cuáles eran ya en los siglos XVII y XVIII, ya que hoy son los mismos: las grandes compañías mercantiles, llamadas en América ''Compañías de las Indias Occidentales'', y las bases militares que se aseguran en las islas y en otros lugares geográficos que consideran estratégicos para sus intereses y donde incluyen nada menos que el peñón de Gibraltar en España.

Por toda respuesta, Carlos V firma en 1519, una Real Cédula que establece, de manera perpetua, la unidad, indivisibilidad e inalienabilidad de América continental e insular, tanto de los territorios ''descubiertos'' como de los territorios ''por descubrir''. Este documento es un poco el origen de la conciencia continental latinoamericana. No es que sea el origen único, porque los gunas hablaban de la unidad de la Abya Yala, los quechuas del Tawantinsuyo o la Pacha Mama y los nahuas del Cemanáhuac

De acuerdo con esta conciencia continental, lo que se haga en México con el petróleo sí me importa, aunque yo sea uruguaya, desde el momento que yo formo parte de la misma comunidad histórico-cultural que los mexicanos, y con más razón todavía porque Uruguay no tiene petróleo, que es un recurso vital para la expansión de nuestra industria, y estoy escuchando que el petróleo mexicano está casi agotado por el consumo irracional que se ha hecho del mismo en beneficio de las empresas norteamericanas.

500 años después los problemas y las soluciones son las mismas. Se trata de una polémica que arranca en 1511, si no es que arranca el mismo 12 de octubre de 1492. Pero esto último no podemos saberlo desde el momento que el Diario de Colón está perdido, y lo que tenemos son fragmentos copiados por Bartolomé de Las Casas. Pero sí conocemos los debates que se originaron después de 1492. 

¿Cuál es la posición de América Latina? Que los recursos de América Latina pueden ser considerados ''patrimonio de la humanidad'', pero no están disponibles para ser saqueados. Sus propietarios son los indios o pueblos originarios, y además, los pueblos nuevos que se han formado en América. Pueblos auténticos y no poblaciones coloniales instaladas a propósito. Ellos son quienes administran los recursos a través de los gobiernos de las Repúblicas hispanoamericanas, una vez caído el pacto monárquico con la Corona española. Las Repúblicas hispanoamericanas surgen a la historia (en el siglo XIX) como sus herederas jurídicas (en materia de territorio, recursos, fronteras, poder y población) pero en primer lugar como expresión jurídica de todos esos pueblos, que es a quienes corresponde el ejercicio de la soberanía.

Entonces, a pesar de que en el siglo XIX los ingleses ''conquistan'' los ''mercados'' hispanoamericanos, e incluso ''conquistan'' a las élites, no consiguen desmembrar América Latina, que estaba protegida por esa doctrina jurídica.

Sin embargo, ya en el siglo XIX, empiezan a proponerse doctrinas (además de la doctrina Monroe), sobre todo por quienes se consideran los sucesores y socios del Imperio británico, en el sentido de que si América Latina posee espacios que pueden ser considerados ''patrimonio de la humanidad'', dichos espacios deberían ser gestionados por las principales potencias occidentales. Tal sería el caso de la Amazonia, de la Patagonia o de la Antártida para norteamericanos y británicos.

El problema sigue siendo de Derecho internacional y no de Derecho colonial, y no puede ser ventilado entre las élites: en toda democracia los soberanos son los pueblos.





Relacionada con esta polémica existe otra también muy importante. Una vez que está claro cuál es el proyecto y cómo se gestiona ¿quién asegura la paz dentro del sistema? La respuesta que se dio por parte de la Corona española en los siglos XVI a XIX fue que cada vecindario organizaba la defensa de su ciudad. No existía un ejército de ocupación en América.

Esto cambia durante el siglo XX con el surgimiento de la OTAN. Los estrategas militares de EEUU consideran que son ellos quienes deben garantizar la paz en América Latina y el mundo.

La posición de América Latina es coherente con la tradición anterior, donde la soberanía sobre los recursos es asegurada por el propio soberano, el pueblo, y por eso rechaza la presencia militar norteamericana en la zona.

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