domingo, 22 de diciembre de 2013

Criterio 7. Una Geopolítica hispano-americana debería pensar, como una cuestión central, la coordinación de la producción y distribución regional de los recursos.

Como vimos en Criterio 3, la región que ocupa nuestra comunidad histórico-cultural posee enormes recursos naturales, muchas veces abundantes y hasta renovables, cosa poco frecuente en nuestro planeta.

En Criterios 4 y 5 nos referimos a la búsqueda compartida de una Patria Grande, una vez que nuestra historia, durante el siglo XIX, termina con la balcanización o involución del proyecto político originario; y la balcanización/involución termina conduciendo a la apropiación de nuestros recursos por las grandes compañías anglo-norteamericanas.

Sin embargo, la historia anterior demuestra hasta qué punto es posible -y la prosperidad depende de- la coordinación y distribución conjunta de los recursos por medio de una política económica común y una gestión común.

Por ahora los manuales mantienen la opinión -geopolíticamente nefasta- de que España saqueaba el oro y la plata de América y de esa forma nos subdesarrolló. La realidad histórica es que había una política económica común del Reino de España e Indias en lo que se refiere a recursos, de manera que, lo producido en abundancia en los zonas más ricas se hacía llegar luego a las regiones más pobres. En América, donde quedaba el 70% de la producción de plata, se acuñaba el peso de plata, que era la moneda internacional de la época, pero infinitamente más confiable y mejor respaldada que el dólar en la actualidad.

El equivalente de esta política hoy, consistiría en tener un Banco central de la región, así como centros de explotación de recursos por Empresas regionales (latinoamericanas, de petróleo, de gas, de litio, de agua, etc.), con el objeto de asegurar la sinergia en materia de producción y distribución.

Está claro que las grandes compañías anglo-norteamericanas y las potencias centrales, buscarán la forma de mantenernos política y geopolíticamente divididos con la finalidad de impedir la recuperación y la gestión común de nuestros recursos. Mientras tanto, millones de personas languidecen y sufren por no poder satisfacer sus necesidades mínimas en una región tan rica del mundo como es la nuestra.




Sobre la extrema mortandad que se atribuye a la mina de Potosí, hay que tener en cuenta que el trabajo mejor documentado del periodo, el del ingeniero Luis Capoche, escrito en 1585, dice que de 13.500 obreros que llegaba a tener la Villa de Potosí en su momento de máxima actividad a lo largo del año, las bajas totales eran de 50 obreros. 

La mayoría no regresaba por otros motivos: preferían quedarse en la villa porque les resultaba más atractiva que regresar a las comunidades. Trabajaban una semana, descansaban dos semanas, y durante este periodo preferían realizar otros trabajos para los que se pagaba mucho mejor, y poder desquitar la estadía. Hacia el año 1600, Potosí tenía tantos habitantes como Londres, unos 160.000. Las epidemias también eran tan importantes como en Londres, y un fenómeno propio de la época en todas partes del mundo en los lugares donde había gran concentración de personas.

El trabajo de Luis Capoche es un estudio de la producción minera, de sus métodos, de las técnicas empleadas y de la sociología de su entorno. No se disponde de otra fuente hasta el año 1640, en que se publica la obra de Álvaro Alonso Barba. En la Villa de Potosí se construyó, para el procesamiento de los metales, el segundo complejo hidráulico más importante del mundo en ese momento. 

Junto con esta industria extractiva, se desarrolló una industria manufacturera desde el siglo XVII, la cual hizo posible que no se dependiera del exterior para satisfacer las necesidades del consumo interno. América se autoabastecía de los productos manufactureros que España no podía enviarle debido a que los mares estaban infestados de piratas. España también limitó la exportación con la finalidad de impedir la suba de precios por escasez del producto dentro de la península. Tanto España como América prefirieron orientar su industria hacia el mercado interno.

En cuanto a los funcionarios de la administración, el 70% eran criollos americanos. Además, no había ejército de ocupación español en América. Las ciudades se defendían por medio de milicias populares integradas por los propios vecinos. Solo los oficiales eran españoles, formados en una de las mejores academias militares de Europa, la academia española.

Tampoco existía el famoso monopolio ni la prohibición de inmigrar los europeos no españoles.

http://hispanoamericaunida.com/2013/12/01/el-principio-de-justicia-en-el-derecho-indohispano-2/


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